Todos los relatos que aparecen en este blog han sido escritos por mí. Ninguno ha sido copiado de ninguna otra web de relatos y se ruega que, del mismo modo, tampoco sean copiados (excepto consentimiento expreso). Gracias.

viernes, 26 de diciembre de 2014

He sido muy mala (Especial Navidad 2014)



Durante estas navidades participé en un voluntariado para sorprender a los niños durante las vacaciones. Vestidos de Santa Claus y con la colaboración de los padres, los voluntarios aparecíamos en las casas haciéndonos pasar por el entrañable personaje y dando regalos a los niños, cuyo mayor presente era en realidad conocer al auténtico Santa Claus.

En uno de esos días ejerciendo del hombre del Polo Norte visité a una familia en particular. Al llegar a la casa estaban celebrando una especie de fiesta navideña familiar. Todos estaban disfrazados. Di la sorpresa a un gracioso grupo de niños que lucían divertidos disfraces como muñeco de nieve, reno, copo de nieve, etc. Después de toda la farsa, me invitaron a quedarme entre ellos. Beber algo, comer galletas, etc. Dada la insistencia de los pequeños niños no tuve más remedio que obsequiarle con la presencia de Santa Claus un rato más.

Tanta bebida navideña pasó factura y pregunté por el baño. Uno en el piso de abajo y otro en el piso de arriba. Busqué el baño de abajo pero estaba ocupado y mi vejiga no me permitía esperar, así que subí las escaleras en busca del servicio de la planta superior. Fue fácil encontrarlo dado que todo el mundo estaba abajo. Después de aliviarme, me desabroché el disfraz y me refresqué un poco. Me lo volví a poner como tocaba y salí del baño.

En la puerta me encontré de bruces con una jovencita de pelo castaño ondulado que chupaba una de esas piruletas típicas de navidad. Llevaba puesto un disfraz extremadamente sexy de elfina, el personaje famoso por ser ayudante de Santa Claus. Un disfraz con muy poca tela.
- ¡Hola Santa! – Exclamó antes de presentarse como Sonia, la prima de uno de los niños.
- ¡Ho, ho, ho! – Respondí metiéndome en el papel.
- Santa, ¿crees que soy muy mayor para pedirte lo que quiero por Navidad?
- Nunca sé es demasiado mayor para el espíritu navideño.

domingo, 21 de diciembre de 2014

La oficial Bonilla



El preso apellidado Santana, sentado en una cutre silla de plástico gris y con las manos esposadas a la espalda, tensó todos sus músculos mientras se corría a borbotones en la boca de la oficial Bonilla. La oficial de la penitenciaría sacó después la grotesca polla del presidiario de su boca y escupió con mala cara el semen en el cubo que había a su lado.
- Cómo te gusta, eh morena… - Dijo el preso ya satisfecho.
- Esto solo es trabajo. Créeme que no disfruto lo más mínimo metiéndome tu sucia polla en la boca. Y recuerda que estás hablando con una oficial, cuida tus palabras.
- Lo que tú digas. Pero creo que ya sé cómo has llegado a tal rango…
Ante tal comentario, Bonilla agarró con la mano la polla de Santana, apretándola fuerte. Él hizo una mueca de dolor.
- Las pollas que yo me coma no son de tu incumbencia, escoria. Solo tiene que importarte conseguir más información para que siga comiéndome la tuya.
- Sí, señora… - Contestó el preso conteniendo las lágrimas.
Bonilla soltó la polla. Santana respiró aliviado.

La oficial se levantó y sacudió el polvo de sus rodillas.
- Bueno, habías hablado de contrabando de cocaína. – Siguió la oficial mientras se enjuagaba la boca con agua.
- Sí. No sé cómo lo hace pero Rodríguez tiene algún contacto fuera que le pasa la materia. Ya le he visto haciendo intercambios con varios internos. Yo mismo le compré un poco para ver lo que era. Cocaína, sin duda.
- Muy bien, Santana.
Tras recibir la información, Bonilla le quitó las esposas. Santana se levantó y se guardó la polla dentro de su mono naranja de preso. La oficial abrió la puerta de aquella sala insonorizada e invitó al presidiaria a salir.
- Hasta la próxima, Santana.
- Quizás a la próxima pueda disfrutar de mi recompensa sin estar esposado.
- Ni lo sueñes. No me fío de ti ni un pelo. Ahora vuelve a tu celda.

El método de la oficial Bonilla para conseguir información era poco ortodoxo pero eficaz. Santana acudía a ella en cuanto se enteraba de algo para conseguir su recompensa, y por supuesto no podía contarlo porque estaría destapándose como chivato.

martes, 16 de diciembre de 2014

El casting anal



- Adelante, pase.
Lucía entró en aquella oficina y cerró la puerta tras de sí.
- Tome asiento. – Dijo el hombre sentado a la mesa, señalando una silla con un gesto con la mano. – Gracias por presentarte al casting Lucía.
- Un placer.

Tras una rápida presentación, el director del casting le hizo algunas preguntas relacionadas con el papel al que aspiraba Lucía. Y una vez terminadas las preguntas, le dio una hoja de papel y le pidió que hiciera una breve interpretación del guión. Lucía lo hizo, y bastante bien. Sin embargo, la cara del director no presagiaba nada bueno.
- Vale, bien. Te llamaremos. – Dijo al final con resignación.
- Bueno… ¿He estado bien?
- La verdad es que no me convence tu interpretación, pero tal vez te llamemos para una segunda audición.
- Espera… Puedo ser más convincente…
- Lo siento, con lo que he visto es suficiente.
- No me refería a eso…
- ¿Qué crees que puedes hacer que me convenza de darte el papel?

viernes, 12 de diciembre de 2014

Pervertidos y atrevidos


Copa en mano, respiraba aire fresco en el jardín de la casa. Disfrutaba de la fiesta en un chalet. Todo era gente joven a mi alrededor. Jóvenes con ganas de pasárselo bien. Eso y alcohol, una mezcla peligrosa. Había salido fuera para descansar unos minutos de la multitud y la música alta del interior de la vivienda.

Observaba a las personas que había en el exterior, hasta que mi mirada quedó clavada en una chica. Menuda mujer. Mis ojos analizaron todo su cuerpo. Las botas y medias de rejilla que adornaban sus piernas hasta llegar a una minifalda negra lo suficientemente corta como para retener mi mirada unos segundos más de lo habitual. Una camiseta holgada de un grupo punk, dejada caer hacia un lado, mostrando la tira de un sujetador negro en su hombro derecho. Su cara… qué guapa. Preciosa. Un rostro adornado por un septum en la nariz y dilataciones en las orejas. Ojos interesantes. Labios que incitaban a besarlos. Todo ello presidido por un precioso pelo corto, por los hombros, de una combinación de azules y verdes.

No era la primera vez que la veía. De hecho, nos conocíamos. En realidad algo más que eso. Habíamos tenido nuestras aventurillas. Los dos éramos (y somos) un par de pervertidos y nos gustaba disfrutar el uno del otro. Se llamaba Ailyn, era un poco más joven que yo, y cómo me ponía… Aunque esa no era mi forma de vestir ni mi “rollo”, ese look alternativo suyo me encantaba. Su personalidad agradable, divertida, extrovertida, atrevida y picante, hacía que la atracción que provocaba en mí no fuera solo física.

jueves, 4 de diciembre de 2014

El despacho de la profesora cachonda


Sergio era un incomprendido en la universidad. Sus escasas dotes sociales hacían que no tuviera casi amigos, y que los inútiles de turno se rieran de él en ocasiones o le hicieran la vida universitaria más difícil. Alguna vez le habían gastado alguna broma pesada solo para divertirse. Sergio, siempre con su timidez, las aguantaba como podía y se conformaba con sobrevivir.

Una noche, Sergio se quedó hasta tarde estudiando en la biblioteca de la facultad. Cuando ya no pudo con más temario, recogió todo, lo metió en la mochila y encaminó la salida. Salió de la biblioteca y atravesó los oscuros pasillos inhabitados a aquellas horas. De repente, una voz le sobresaltó.
- Mirad quien anda por aquí…
Sergio se giró y se encontró con tres chicos de los que siempre se metían con él.
- Ven con nosotros. Tenemos que contarte algo. Pero necesitamos un sitio privado.
El que dijo eso pasó el brazo por encima del hombro de Sergio y le condujo por el pasillo. Decía tonterías que Sergio era casi incapaz de entender por lo nervioso que estaba. Los otros dos chicos iban por delante, intentando abrir cada puerta que encontraban, pero todas estaban cerradas. Una se abrió y le hicieron pasar dentro. Sergio no estaba seguro de aquello pero prefería hacerles caso antes que enfrentarse a ellos.

Apenas había dado dos pasos dentro de aquella sala cuando oyó como la puerta se cerraba detrás suyo. Intentó abrirla pero los otros chicos lo impedían desde el otro lado. Uno de ellos atrancó la puerta de alguna manera que Sergio no llegó a averiguar, y se fueron entre risas.
- ¡Espéranos ahí! ¡Ahora volvemos y te lo contamos! ¡Jajajajaja!
A los pocos segundos dejó de oírles. Volvió a intentar abrir la puerta, pero sin suerte. Entonces miró a su alrededor. Parecía un despacho. Por los papeles que había en la mesa descubrió, para su horror, que era el despacho de su profesora María. María era posiblemente la profesora más joven de la facultad. Además estaba muy buena. Era común entre los alumnos hablar de ella como la profesora que todos se querrían cepillar. Sergio sabía muy bien cómo era María. Su imagen le había servido para sus pajas en incontables ocasiones.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Aprobado en familia


- ¡Adelante! ¡Bienvenido profesor!
Sara me recibió en la puerta de su casa con la simpatía y el entusiasmo que la caracterizan. Entré dubitativo a la casa. Segundos más tarde también aparecía su madre en el recibidor para darme la bienvenida a la casa.
- Muchas gracias. Por favor, llamadme Juan.
- Encantada. Soy Teresa, la madre de Sara.
En muy pocas ocasiones aceptaba dar clases individuales de repaso. Solo cuando consideraba que el alumno o alumna lo merecía por su esfuerzo. Esta era una de esas veces. Tras las presentaciones y un tour rápido por la casa, fuimos al dormitorio de Sara para iniciar el estudio.

Yo era probablemente el profesor más joven de mi facultad. Era mi primer año como docente. Sara era una joven universitaria de padres divorciados. Tenía un aspecto inocente y una chocante personalidad risueña y llena de energía. Sabía perfectamente todo el esfuerzo que hacía para aprobar mi asignatura, pero no había sido suficiente y ahora tenía que asistir a la recuperación del examen final. Por eso estaba yo allí para ayudarla.
- Disculpe profesor, me pongo cómoda y empezamos.
- Llámame Juan, de verdad.
A mí nunca me habían gustado esa clase de formalismos. Así bien en la universidad sí que requería un mínimo de autoridad y respeto hacia mi persona para poder manejar las clases, fuera de ella los evitaba.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Esposado al placer


Aun recuerdo esa increíble noche que empezó con un breve pero eficaz mensaje de texto.

"Estoy cachonda"

Viniendo de ti, me encendió al leerlo. Tú no te andas con tonterías respecto al sexo. Mi respuesta fue también breve pero igual de eficaz.

"5 minutos"

Llegué a tu casa jadeando y excitado. Había releído un par de veces tu mensaje por el camino, y te había imaginado de mil maneras. Apenas diez segundos después de llamar a la puerta, ésta se abrió lentamente. Al otro lado apareciste tú. Completamente desnuda. De los pies a la cabeza. Solo vistiendo una sonrisa pícara, y acariciándote el pelo suavemente. Tus pezones erectos parecían señalarme como tu próxima víctima sexual.

Entré con paso tembloroso por la excitación, sin dejar de mirar tu cuerpo descubierto. Tú no dejabas de sonreír. Sin decir una palabra ninguno de los dos, me cogiste la mano y me condujiste al dormitorio. Todavía recuerdo la visión de tu firme y redondo culo moviéndose frente a mí mientras me dejaba llevar por ti a través del pasillo en penumbra hacia una puerta abierta que daba la bienvenida a tu habitación. La erección en mi pantalón ya era considerable. Me relamía solo de pensar en el rato que iba a pasar. Algo que sabía seguro es que contigo no hay polvo malo.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Regalo de cumpleaños anónimo



Llego a casa por la noche, abro la puerta y me encuentro con seis jovencitas ligeras de ropa tiradas en el suelo y los sofás, chismorreando y riendo. Era mi compañera de piso y cinco chicas más. Todas en shorts cómodos y camiseta corta. La verdad es que me sentí un poco incómodo ante tal situación.
- Hola Juan. Éstas son unas amigas, no te importa que se queden a dormir, ¿no? No haremos ruido. Y entre la habitación que hay libre, la mía y los sofás, no hay problema de espacio. - Dijo mi compañera de piso al darse cuenta de que había llegado.
- Hola. No, tranquila, no hay ningún problema.

Mi compañera era una chica medianamente atractiva. No era un pibón, pero no estaba mal. Entre nosotros no había nada sexual pero sí mucha confianza. Ella ya se había paseado alguna vez por la casa en bragas sin importarle que estuviera yo, y alguna noche la había oído gemir y decir guarrerías cuando traía algún chico a casa. Lejos de avergonzarle, a la mañana siguiente me contaba los mejores detalles.

De las otras cinco había tres morenas, una rubia y una de pelo castaño. Una de las morenas tenía una impresionante delantera. Con esa camiseta corta y ajustada se notaba que no llevaba sujetador, e incluso se le marcaban ligeramente los pezones. Otra morena estaba tumbada boca abajo en la alfombra, y le salía un culo respingón increíble, apenas cubierto por los shorts. La última morena no la vi muy bien, ya que estaba sentada en el sofa de espaldas a mí, pero su rostro era precioso. La rubia tenía un pelo muy bonito, y unos ojos claros que me enamoraron al posarse en los míos. Sus pechos eran de tamaño medio pero redonditos y de buen ver. Su camiseta era más corta que la del resto y dejaba el ombligo al aire, luciendo un brillante piercing. Y la quinta chica tenía su pelo castaño recogido en una coleta. Sus tetas también eran grandes. Estaba sentada en el suelo de espaldas a mí, y eso me permitió ver un seductor tanga morado asomando por su pantaloncito. Cinco tías buenas medio desnudas en mi salón.
- Nos ha dicho que hoy es tu cumpleños... - Comentó felizmente una de las morenas.
Yo asentí sonriente. Las cinco chicas me felicitaron al unísono mientras mi compañera de piso sonreía, ella ya me había felicitado por la mañana.
- Gracias a todas. - Dije sonriendo como un niño. - Ahora me voy a dormir que llego cansadísimo.
Nos despedimos y me metí en mi habitación. Una vez acostado oía las risitas de las chicas y susurros ininteligibles. Sin embargo estaba realmente cansado y no me molestó en absoluto para dormirme, lo cual sucedió a los pocos minutos.

domingo, 2 de noviembre de 2014

Las 5 reglas de la entrevista



Aunque ya tenía un trabajo, la oportunidad que se presentaba era demasiado buena como para no intentarlo. Un puesto en una empresa mayor que la suya, en el sector al que ella se dedicaba, marketing y publicidad. Mejor sueldo, mejor prestigio, mayores comodidades, empresa con buena reputación, más cerca de su casa, con posibilidades de llegar alto… Todo eran ventajas.

Así que allí estaba ella, sentada en una cómoda silla al lado de una puerta en la que estaba escrito “Recursos Humanos”, y frente a una secretaría que no paraba de teclear en su ordenador. Vestida de forma elegante y formal, Lucía llevaba falda de ejecutiva, tacones y blusa blanca. Pelo recogido en una coleta, labios abrillantados y gafas de pasta, aspecto habitual cuando se trataba de temas laborales.

El teléfono sonó. La secretaría interrumpió su enérgico tecleo para contestar a la llamada. “Sí, señor. En seguida.”. Eso fue todo lo que dijo antes de hacer un gesto a Lucía para que pasara. Algo de nerviosismo había en su cuerpo, aunque en general Lucía era una persona muy tranquila. Se caminó hasta la puerta que le estaba abriendo la secretaría y se adentró en la oficina de recursos humanos. Dentro esperaba sentado un hombre de mediana edad, no llegaba a ser viejo pero definitivamente demasiado mayor para Lucía. Se levantó para dar la mano a la candidata al puesto y le pidió que tomara asiento.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Autoestopistas


Mi amiga Silvia y yo caminábamos lentamente por un lado de aquella carretera nacional. El cansancio hacía mella en nosotros, pero teníamos que llegar al siguiente pueblo antes de que anocheciera. La magnífica idea de hacer un viaje a base de autoestop sonó divertida en un primer momento, pero ahora estábamos fatigados y la localidad más cercana estaba bastante lejos. Las mochilas que llevábamos a la espalda parecían cada vez más pesadas. El sudor resbalaba por nuestras frentes así como por el pecho de Silvia, humedeciendo sus jóvenes pechos.

Silvia era una buena amiga mía, pero solo eso. Ella era indudablemente una chica muy guapa y con buen cuerpo, pese a no tener mucho pecho. Su impresionante culo era lo mejor de ella. Su bonito pelo castaño ondulado estaba ahora recogido en una coleta para evitar tener más calor. Pese a todo, entre nosotros nunca había habido nada ni había expectación de que ocurriera en un futuro. Simplemente éramos amigos que nos llevábamos de fábula. Tanto era así que aunque al resto del grupo no les gustó la idea del viaje en autoestop, Silvia y yo decidimos hacerlo igualmente por nuestra cuenta.

De repente, a lo lejos se oyó el motor de un coche. Nos giramos hacia atrás esperanzados, con la mirada iluminada. Efectivamente, un coche se acercaba a nosotros a lo lejos. Nos acercamos todo lo que pudimos a la carretera sin invadir el carril y levantamos el pulgar, gesto mundialmente conocido de que necesitas que te lleven. Afortunadamente, el coche redujo la velocidad cuando nos vio hasta pararse a nuestro lado, seguramente incentivados por Silvia, una chica atractiva vistiendo unos shorts vaqueros y una camiseta anudada por encima del ombligo.

Dentro del coche iba una pareja de unos 30 años. Silvia se fijó en el conductor, un moreno guapete de pelo corto, barbita y piercing en la nariz. Yo me fijé en la copiloto, una bella mujer muy tatuada de pelo castaño y corto, con dilataciones en ambas orejas, un piercing en el frenillo de la boca y el llamado septum (en el interior de la nariz). Algo que me llamó mucho la atención fue un enorme tatuaje en el pecho, justo por encima de sus grandes tetas apenas cubiertas con un top. Era una pareja muy atractiva. Tras explicarles que necesitábamos llegar al próximo pueblo, aceptaron sin reparos en llevarnos. Tanto Silvia como yo respiramos aliviados  al soltar todo nuestro lastre en el maletero de aquel coche y sentarnos en los cómodos asientos traseros. Hicimos entonces las pertinentes presentaciones antes de contar nuestras respectivas historias. El conductor se llamaba Obrayan, y la copiloto era su pareja, Betty.

lunes, 20 de octubre de 2014

Masturbación en compañía


Era una tarde cualquiera. Mi amiga y compañera de clase Julia y yo nos encontrábamos en medio de un maratón de estudio en mi casa. Al día siguiente teníamos examen y, como muchas otras veces, nos reuníamos en casa de uno de los dos para aunar fuerzas.

Julia era una chica muy atractiva, y aunque siempre hemos sido muy cercanos, nunca ha surgido entre nosotros la chispa sexual. La verdad es que, mientras estudiábamos, muchas veces se me iba la mente e imaginaba las mil posturas que haría con ella en la cama de mi habitación. Sin embargo, sentados en sillas frente a mi escritorio, debía concentrarme en el estudio.

Cuando llevábamos un rato estudiando empecé a sentir hambre.
- Voy a hacerme un sándwich, en seguida vuelvo. ¿Quieres uno? – Pregunté.
- No, gracias. – Me contestó mi compañera con una sonrisa.

En cuanto volví a la habitación me quedé petrificado. Un vídeo se reproducía en mi ordenador ante la atenta mirada de Julia. Pero no un vídeo cualquiera, ¡era uno de mis vídeos porno! Los que más me gustan los suelo guardar para poder verlos en otro momento.
- No sabía que tenías vídeos de estos… - Comentó ella con media sonrisa.

jueves, 16 de octubre de 2014

Peli y paja


Paula, una amiga de mi compañera de piso, había venido a nuestra casa porque necesitaba un sitio donde dormir solo por esa noche. Ella era una morena encantadora y muy guapa. La encontré bastante atractiva, principalmente por el par de tetas que lucía.

Después de cenar, los tres nos pusimos a ver una película. A mitad de ella, mi compañera se excusó con que tenía mucho sueño y se fue a su habitación a dormir. Nos quedamos Paula y yo solos en el sofá.

De vez en cuando me perdía trozos de la película porque la mirada se me iba a los pechos de Paula, que apenas cubría su pijama con tan poca tela. De hecho, creo que en algún momento me pilló mirándola, pero actuaba con normalidad. Con esas tetas, debía estar acostumbrada.

En la película apareció una escena de sexo. Aunque ya éramos mayorcitos, creo que a los dos nos incomodó ver una escena sexual solos sin apenas conocernos. De reojo vi como su mano izquierda instintivamente rozó su entrepierna y se posó en su ingle. Además, se mordía sensualmente un dedo de la otra mano, sin dejar de mirar la escena. Me estaba poniendo cada vez más cachondo.

martes, 14 de octubre de 2014

La fiesta de las máscaras



Aunque nació en España, Lucía tiene ascendencia italiana. Es alta, pero no demasiado. Su cabello es largo y liso, a la altura de los pechos, y de un color muy rubio. Sus ojos verde azulados son imposibles de ignorar una vez se clavan en tu mirada. Su rostro, precioso sin lugar a dudas, incluye una nariz coqueta y unos bonitos labios bien cuidados y muy apetecibles. Unos labios de los que salen tanto las palabras más dulces y los besos más tiernos, como las guarradas más morbosas y las mamadas más sucias. El cuerpo no se queda atrás. Esbelta figura. Piernas largas y siempre suaves y brillantes. Culo prieto, redondo y bien puesto. También muy bien puestos los pechos, turgentes y de buen tamaño pero no del todo grandes. Manos delicadas y suaves. Todo natural. Para acabar de decorar esta obra de arte que es su cuerpo, luce un piercing en cada pezón y uno en forma de aro en la nariz, además de un tatuaje en la espalda, debajo de la nuca, entre los omoplatos. Este tatuaje muestra una bonita orquídea en diferentes tonalidades de azul claro, no muy llamativo ni intenso, y con espinas por el tallo, el cual se entrelaza con la propia flor. La orquídea, una flor extremadamente delicada, con espinas. El significado define bastante bien a Lucía. Es tan delicada y tierna como dura y peligrosa.

Lucía Valenti no es una mujer como otra cualquiera. La lascivia la acompaña allá donde va, y en su interior arde intensamente la llama de la lujuria. Sin embargo, Lucía no siempre ha sido tan explosiva sexualmente. Hubo un punto de inflexión a partir del cual cambió drásticamente. Este momento fue sin duda la primera vez que acudió a una fiesta de máscaras.


domingo, 28 de septiembre de 2014

Habitación 29


Desde el pasillo se podían oír los gritos de placer, gemidos de gozo y sonidos característicos del fuerte choque entre dos cuerpos desnudos. En el interior de la habitación 29 de aquel hostal la lujuria resuena en el ambiente. Huele a sexo en cada esquina. La tenue luz de la chimenea ilumina nuestras siluetas. Yo, de rodillas en la cama, detrás de ti, te agarro con firmeza de la cintura como si fueras a salir volando con alguna de mis embestidas. Tú, dándome la espalda, o mejor dicho el culo, adoptas la común postura del perrito. Común pero eficaz. Estás a cuatro patas sobre la cama, con la cabeza baja y el culo levantado, como ofreciéndomelo. Desde atrás te penetró con dureza. El sudor de nuestros cuerpos delata que ya llevamos un rato entregados al placer. Con las manos agarras con fuerza las sábanas de la cama, como sujetándote a la cama ante tales golpes desde la retaguardia. Gritas. Mucho. Con cada golpe la meto muy dentro de ti, entera, sin miramientos. Eso te gusta. Te estoy dando lo que te gusta. Retuerces los músculos de placer. Muerdes la almohada ahogando los gritos que te produce que te esté follando salvajemente como a una perra. La cama se mueve peligrosamente bajo nosotros, haciendo mucho ruido. Pero no me voy a relajar. El sudor brilla a la luz de la chimenea y resbala por nuestros cuerpos desnudos. Por tus ingles también resbalan tus fluidos de lo cachonda que estás, bajando por tus piernas hasta impregnar las sábanas. Mis manos solo se separan de tu cintura para azotar tus nalgas, ya rojas de la intensa actividad sexual. Azoto con fuerza, sin miedo a hacerte daño. En realidad sí que te hago algo de daño, pero ese dolor te gusta. La justa mezcla de dolor y placer. Cada azote te arranca un gemido, que se camufla entre los demás. A ello le sigue siempre un profundo suspiro. Ahora me inclino para cogerte del pelo. Lo recojo con la mano y lo agarro bien para tirar hacia mí. Tu cuerpo acompaña el movimiento. Te coges con las manos del cabecero de la cama, que es lo que ahora queda a tu alcance. Noto la intensidad de tus gemidos y aumento la velocidad de mis penetraciones buscando tu orgasmo. Te muerdes el labio mientras te tiro bien del pelo y mi polla entra y sale de tu coño sin darte descanso. Tus preciosas tetas se balancean al ritmo de nuestro baile lascivo. Te follo casi brutalmente. El cabecero de la cama golpea violentamente la pared provocando un ruido que acompaña al de tus gritos y gemidos de placer, nuestros cuerpos impactando y las patas de la cama rasgando el suelo. Al fin llegas al clímax. Tu cuerpo se tensa y tus gemidos aumentan. Me gritas que no pare y repites enérgicamente mi nombre. Tienes un brutal orgasmo. Tus gritos se silencian. Las piernas te flaquean. Suelto tu pelo y caes exhausta sobre la cama, retorciéndote de placer. Sin embargo yo no paro de follarte. Estoy cerca de mi orgasmo. Ahora no tienes el culo levantado, sino todo el cuerpo tumbado en la cama boca abajo y descansado con ese relax corporal post-orgásmico. Yo sigo arrodillado, pero ahora separando tus nalgas con mis manos y follándote contra la cama. Tu cuerpo se mueve con cada penetración. Finalmente me llega el turno a mí. La saco justo cuando empieza a brotar el líquido blanquecino por la punta. Latigazos de semen salen y caen sobre tu espalda sudorosa. Los últimos chorros salen con menos fuerza cayendo sobre tu redondo culo. Restriego la punta de mi polla contra tu culo dejando en él las gotas finales de mi corrida, para luego azotarlo con mi polla en señal de que esa noche has sido mía. Me voy a la ducha y te dejo en la cama desnuda y satisfecha, con mi semen por tu cuerpo brillando a la luz de la chimenea de la habitación 29.



martes, 23 de septiembre de 2014

Tarde de piscina con Tamara


Era un caluroso día de verano. Unos cuantos fuimos al chalet de una amiga a disfrutar de su piscina. Aprovechamos el buen día y que estaba sola en casa para hacer una barbacoa para comer. Una vez allí, la dueña del chalet nos presentó a una amiga suya que estaba pasando unos días en su casa. Se llamaba Tamara, y no pasó desapercibida entre los varones del grupo. Una morena de pelo liso y largo, ojos marrones y profundos, piercing en la nariz y cuerpo para el delito. Vestía un bikini morado y negro que nos permitía apreciar perfectamente sus curvas. Un tatuaje de un conejito playboy sellaba un cuerpo que pedía guerra a gritos.

Creo que ninguno de nosotros fue capaz de presentarse a Tamara mirándole a los ojos, dadas sus grandes tetas casi descubiertas ante tal poca ropa. Vimos también que tenía un tatuaje de una bruja en su hombro izquierdo, aunque no sé cómo fuimos capaces de verlo, ya que cuando se giraba no podíamos apartar la mirada de su tremendo culo redondo y bien puesto.

Después de la barbacoa empezamos con los mojitos y trasladamos la fiesta a la piscina. Los chicos comentábamos entre nosotros todas las guarrerías que le haríamos a Tamara y no dejábamos de admirar su cuerpo con disimulo. A media tarde la gente empezó a irse a casa. Yo había bebido demasiados mojitos, y decidí esperar a que se me pasara un poco la borrachera antes de coger el coche. Poco a poco se fueron yendo los demás, incluso la dueña del chalet se fue a su habitación a descansar, y acabé quedándome a solas con Tamara.

miércoles, 27 de agosto de 2014

De tímida a guarrilla


Esta historia demuestra que en la mayoría de las ocasiones las apariencias resultan ser engañosas, y hay que evitar en lo posible crearse una idea únicamente a partir de ellas.

Era verano, y yo me encontraba en una fiesta que daban unos amigos en su apartamento. Pasé un tiempo saludando a conocidos y riendo con mis amigos, así como conociendo gente nueva que me presentaban. Al rato, ya asentado en la fiesta y con una copa en la mano, divisé a una mujer que me llamó la atención. Estaba en una esquina, sentada en una silla, y como si la fiesta no fuera con ella. Aquella mujer era de pelo castaño, casi rubio, cayendo a la altura de sus pechos, los cuales era de un tamaño perfecto. No eran inmensos pero de buen tamaño y bien puestos. Ella era guapísima y vestía recatadamente, aunque se intuía un cuerpo increíble. Un vestido largo y azul cubría todo su cuerpo.

jueves, 10 de julio de 2014

La fiesta de Navidad


La fiesta de navidad de la empresa se presentaba muy interesante este año. Había estado flirteando con la secretaria nueva desde que llegó hace un semestre, y qué mejor momento para meter ficha que en la fiesta de navidad. Ella se llamaba Lucía, pelirroja, de veintitantos años. Su par de tetas me alegraban la vista cada mañana al llegar a la oficina. Sus paseos por los pasillos con sus vestidos ceñidos me alegraban la jornada laboral.

Llegué al complejo reservado por la empresa para tal evento, vestido  de traje y corbata, muy elegante. Fui recibido a la entrada por algunos compañeros míos que ya habían llegado. Me senté con ellos y vi en la mesa de enfrente a Lucía, saludándome con la mirada y una amplia sonrisa. Saludé con la mano.

Tras una agradable cena nos levantamos de nuestras mesas para hablar unos con otros. Vi a Lucía levantarse de su mesa y andar entre los invitados. Llevaba un vestido largo, hasta las rodillas y de color rojo. Tacones a juego y labios pintados del mismo color rojo pasión que el vestido. Con un escotazo que invitaba a los presentas a dedicarle una paja. Su pelo pelirrojo recogido en un bonito y elaborado moño. En la mano llevaba elegantemente un Martini.

lunes, 30 de junio de 2014

Un recordo pracenteiro


Cuando me enteré de que tendría que chuparme más de 8 horas de coche no pensé que merecerían tanto la pena.  Nada menos que hasta Santiago de Compostela tenía que ir. En la esquina del país. Y por unos asuntos personales que no podía rehuir. Así que cargué maletas y marché hacia Galicia.

La soledad en el coche hacía el viaje muy aburrido. La música era mi única acompañante, y por muy motivadora que sea, no me daba mucha conversación. Llegué un viernes noche a la capital gallega, con solo ganas de meterme en la cama de mi habitación de hotel y dormir. El día siguiente se presentaría mucho más animado, aunque eso aún no lo sabía.

Amanecí arisco. Esperando que ese fin de semana pasara cuando antes. Esa mañana solucionaría mis asuntos, aunque no volvería a casa hasta el domingo. Me parecía mucha paliza tantas horas en coche en dos días. Ya que hacía el viaje, pasear un poco por Santiago aunque sea. La mañana se presentó como esperaba, aburrida. A la hora de comer ya había cumplido el propósito del viaje. Por la tarde, ya de otro humor, decidí ver un poco de esa ciudad. La verdad es que me pareció una ciudad muy bonita, pero la habría disfrutado mucho más siendo un viaje de placer, más largo y en compañía. Después de cenar llegaría una grata sorpresa en forma de esbelta figura. Una inocente cerveza desembocaría en algo increíble.

miércoles, 25 de junio de 2014

Fotos y Polvos


Eran ya las 6 de la tarde, la hora a la que Tamara había quedado con el fotógrafo que había contratado. Quería hacer una sesión fotográfica más profesional para poner en su página web y deleitar a todos sus seguidores. Sonó el timbre, llegaba puntual. Tamara abrió la puerta e invito a aquel hombre a pasar. Le acomodó en el salón y se disculpó un momento para ir a vestirse para la sesión.

Al poco tiempo apareció de nuevo Tamara, ahora en ropa interior. El fotógrafo quedó con los ojos como platos ante tal cuerpazo. Dos tetas bien grandes soportadas por un bonito sujetador negro. Sujetador a juego con el tanga también negro que llevaba Tamara. Piernas brillantes y muy apetecibles. Una esbelta figura rematada por su pelo moreno, largo y liso cayendo por su cuerpo y acariciando sus pechos. Un tatuaje del conejito de Playboy decoraba su pelvis. Un cuerpazo acompañado por un bonito rostro de ojos marrones y con un piercing en la nariz. Tamara tenía cara de morbosa y de gustarle que le den caña. Sus labios carnosos parecían muy buenos para ofrecer placer oral.

jueves, 12 de junio de 2014

Oda a un polvo


Bajas mi cremallera con los dientes
Y con las manos el pantalón
Con esa mirada ardiente
Y esas ganas de un revolcón

Mi polla te saluda
Tus ojos brillan al verla
Tu cuerpo ya suda
Solo de pensar en comerla

Te la metes en la boca
La lames con dulzura
Te estás volviendo loca
Pierdes la compostura

domingo, 8 de junio de 2014

Baile Privado


Un amigo mío se casaba en una semana, y como manda la tradición, montamos una buena despedida de soltero. Pasamos una buena noche de juerga y el destino final fue un club de striptease.

En el club lo pasamos genial viendo todas aquellas esculturales mujeres. Íbamos un poco bebidos después de toda la noche de fiesta, y eso hacía que estuviéramos más desenfrenados. Era todo risas, mujeres desnudas, alcohol y amigos. Estaba siendo una noche genial.

Entonces empezó a sonar una nueva canción y salió al escenario una increíble mujer anunciada bajo el nombre de Noa. Apareció vistiendo únicamente lencería de color rojo pasión y unos tacones. El público vitoreó a la bailarina. Nos quedamos estupefactos admirando tal mujer semidesnuda. Fuimos a ponernos en la primera fila.

domingo, 1 de junio de 2014

Paty, la dependienta


Ir de compras es algo que nunca me ha gustado del todo. Me refiero a ir a comprarme ropa. Sin embargo, hubo un día en el que la situación dio un tremendo vuelco  y puedo decir que me alegro de haber tenido que ir a comprar.

Ya era época de verano, y yo necesitaba comprarme ropa para esa temporada. Recorrí varias tiendas viendo productos hasta que encontré algo realmente interesante en una de ellas. Lo interesante no era la ropa, sino la dependienta. Una rubia tremenda. Una preciosa mujer de pelo radiante que caía a la altura de sus pechos. Sus adorables ojos y su piercing de nariz destacaban en su bonito rostro. Tendría unos 30 años. Vestía una camiseta de tirantes con un escotazo imponente, y unos shorts vaqueros bien cortitos. Por si no eran suficientes esas grandes tetas admirables gracias a su escote, ese pantaloncito corto permitía apreciar un culo firme y bien puesto, así como unas largas piernas brillantes.

viernes, 23 de mayo de 2014

Mi compañera de piso es webcamer


Hace un tiempo, por motivos económicos, me vi obligado a buscarme un compañero de piso. Tras algunas llamadas recibidas y ver a algunas personas, la elegida fue una estudiante de ADE de 19 años llamada Emma.

Emma parecía una chica responsable, centrada en sus estudios, sociable, simpática, nada problemática… Una perfecta compañera de piso. Aunque el dato que me hizo finalmente decidirme por Emma antes que por otros candidatos perfectamente cualificados fue que estaba increíblemente buena. Una increíble figura. Andares sensuales. Voz muy erótica. Pelo largo moreno y liso, recogido en dos coletas que caían sobre sus pechos. Ojos oscuros y penetrantes. Un culo bien firme y prieto. Largas piernas brillantes. Y unas tetas… ¡qué tetas! Un buen par de tetas que no se esforzaba por disimular. Grandes y bien puestas. En resumen, una jovencita de 19 años que estaba cañón.

lunes, 19 de mayo de 2014

La ardiente mexicana


Esta historia se remonta un par de años atrás, cuando mis amigos y yo decidimos hacer un viaje de placer a México.

El primer día de estar allí conocimos a un par de mexicanas guapísimas. Nos gustaron tanto que les pedimos que nos enseñaran el lugar. Quedamos para el día siguiente, y se presentaron. Pasamos todo el día de turismo. Las lindas lugareñas nos hicieron de guías perfectamente. Todos los amigos estábamos encantados con ellas, nos volvían locos. Ambas eran dos chicas preciosas, con cuerpos increíbles. El calor de la época provocaba que vistieran ligeritas, enseñando mucha carne. Gracias a esto podíamos disfrutar de sus firmes y redondeados culos, así como de sus bonitos pechos bien puestos y muy escotados.

Las dos mexicanas disfrutaban también de nuestra compañía. Les gustaba tener a un grupo de hombres pendientes de ellas. Mirándolas disimuladamente. Desnudándolas con la mirada. De vez en cuando algún comentario picante de estas chicas, hacía más interesantes las conversaciones.

martes, 6 de mayo de 2014

Sexo anónimo en la montaña



Dado el estrés al que estamos acostumbrados en la sociedad actual, de vez en cuando me gusta escaparme a la montaña para respirar aire puro, aclarar mis ideas y descansar del ajetreo de la ciudad. Siempre que puedo hago alguna escapada con amigos o novia, en caso de tenerla, pero si no es posible y realmente lo necesito no tengo ningún problema en irme un par de días a la montaña yo solo.

Tras una larga y dura semana en el trabajo, estaba deseando que llegara el fin de semana para una de mis escapadas. En principio iría con dos amigos, pero en el último momento les surgió algo y me tuve que ir solo. De todas formas, eso no suponía ningún problema para mí, y no iba a ser la primera vez.

El viernes por fin cogí mi mochila, me subí al coche y salí a la montaña. Dejé el coche en un parking bajo la montaña y empecé la aventura. Lucía el sol y las vistas eran inmejorables. Caminé casi toda la tarde por los bonitos paisajes parando solo a tomar un tentempié. Al acercarse la noche ya estaba cansado y encontré un lugar bastante llano donde poder montar la tienda y pasar la noche. Conseguí montarlo todo antes de que se fuera la luz solar, y me dispuse a hacer la cena.

viernes, 2 de mayo de 2014

La entrevista sexual


Era un día gris y lluvioso. Yo había ido a unas oficinas para una entrevista de trabajo. Me identifiqué en recepción y me hicieron pasar a un despacho. Esperé sentado frente a una gran mesa. En la pared había una gran cristalera a través de la cual se veía la lluvia del exterior.

Pasados unos pocos minutos entró en el despacho una mujer, cerrando la puerta tras de sí. Era una mujer esbelta, de buen cuerpo. Estaría sobre los 30 años de edad. Llevaba unos tacones altos y negros, y vestía formalmente. Una falda gris ceñida, una americana a juego, y una blusa blanca con algunos botones desabrochados. Tenía piernas largas que remataban con un culo perfectamente redondo y bien puesto, marcado por esa falda ceñida. Gracias a unos pocos botones desabrochados de su blusa se adivinaban unos turgentes pechos, no excesivamente grandes pero de buen tamaño. Llevaba el pelo recogido. Un pelo largo y negro. Algún mechón caía frente a su preciosa cara.

No pude evitar fijarme en todo su escultural cuerpo, y de todo lo que me dijo al principio solo pude entender que la llamara Susana. Se quitó la americana y la colgó en la silla. Me pidió un segundo mientras gestionaba unas cosas en el ordenador. Mis ojos se desviaban a su escote. Se me notaba nervioso. Ella debió darse cuenta. Sonreía cuando notaba que mis miradas se perdían en su cuerpo.

viernes, 25 de abril de 2014

Las braguitas de Nyan


Abrí un ojo a tiempo para ver a Ángela, mi novia, salir del dormitorio para desayunar. Miré de reojo el despertador y decidí que ya era hora de levantarme. Aún somnoliento, me asomé a la ventana para ver cómo se presentaba el domingo. Era un día lluvioso y frío. Levanté la mirada y allí estaba otra vez. Nyan, la vecina de enfrente,  paseándose por su casa en ropa interior como acostumbra a hacer. Una vista maravillosa.

Nyan es una estudiante de 24 años con un físico increíble y un acento andaluz muy simpático a la vez que erótico. No era la primera vez que la veía a través del cristal de cualquiera de mis ventanas que daba a su piso. Había podido observar afortunadamente unos pechos firmes de buen tamaño, no excesivamente grandes. Un rostro hermoso, un cabello moreno y sedoso. Unas piernas bonitas y brillantes. Y un culo… ¡Qué culo! Un cuerpo sevillano de 10, capaz de alegrar un día triste y gris como aquel. Además, más de una vez había coincidido con ella en la lavandería de la comunidad y la veía echar a lavar prendas íntimas de todo tipo y de lo más sensuales. Culottes, tangas, braguitas, picardías, sujetadores con transparencias, todo tipo de lencería fina… Mientras la observaba, Ángela me llamó desde el comedor y salí del dormitorio para desayunar.

viernes, 14 de marzo de 2014

"Sexo con mi vecino Juan" por HotEva

La increíble HotEva, musa personal, ha decidido dedicarme su último pornocast.


Para quien no lo sepa, Eva publica en su web relatos eróticos narrados por ella misma con su dulce y sensual voz.

Su séptimo pornocast se titula "Sexo con mi vecino Juan" y en él soy uno de los protagonistas.

Para este relato, Eva usó el relato que escribí yo dedicado a ella hace tiempo, y lo ha relatado según su perspectiva. Me ha encantado porque es como si leyera mi relato, pero desde su punto de vista.


Aquí está el pornocast para que lo escuchéis:



Aquí la transcripción el audio:

Me levanté preparada para un día intenso, tenía que pintar mi piso, ya que llevaba tiempo sin haberlo hecho. No me apetecía nada, pero cuanto antes empezara, antes acababa.

Me dí una ducha refrescante y fui a vestirme. No soy de llevar mucha ropa por casa, la ropa me molesta. Así que decidí ponerme solo unas braguitas y una camisa azul, pero era tan ancha que me molestaba, así que me la anudé a la altura del escote para estar más cómoda.