Todos los relatos que aparecen en este blog han sido escritos por mí. Ninguno ha sido copiado de ninguna otra web de relatos y se ruega que, del mismo modo, tampoco sean copiados (excepto consentimiento expreso). Gracias.

viernes, 23 de mayo de 2014

Mi compañera de piso es webcamer


Hace un tiempo, por motivos económicos, me vi obligado a buscarme un compañero de piso. Tras algunas llamadas recibidas y ver a algunas personas, la elegida fue una estudiante de ADE de 19 años llamada Emma.

Emma parecía una chica responsable, centrada en sus estudios, sociable, simpática, nada problemática… Una perfecta compañera de piso. Aunque el dato que me hizo finalmente decidirme por Emma antes que por otros candidatos perfectamente cualificados fue que estaba increíblemente buena. Una increíble figura. Andares sensuales. Voz muy erótica. Pelo largo moreno y liso, recogido en dos coletas que caían sobre sus pechos. Ojos oscuros y penetrantes. Un culo bien firme y prieto. Largas piernas brillantes. Y unas tetas… ¡qué tetas! Un buen par de tetas que no se esforzaba por disimular. Grandes y bien puestas. En resumen, una jovencita de 19 años que estaba cañón.

lunes, 19 de mayo de 2014

La ardiente mexicana


Esta historia se remonta un par de años atrás, cuando mis amigos y yo decidimos hacer un viaje de placer a México.

El primer día de estar allí conocimos a un par de mexicanas guapísimas. Nos gustaron tanto que les pedimos que nos enseñaran el lugar. Quedamos para el día siguiente, y se presentaron. Pasamos todo el día de turismo. Las lindas lugareñas nos hicieron de guías perfectamente. Todos los amigos estábamos encantados con ellas, nos volvían locos. Ambas eran dos chicas preciosas, con cuerpos increíbles. El calor de la época provocaba que vistieran ligeritas, enseñando mucha carne. Gracias a esto podíamos disfrutar de sus firmes y redondeados culos, así como de sus bonitos pechos bien puestos y muy escotados.

Las dos mexicanas disfrutaban también de nuestra compañía. Les gustaba tener a un grupo de hombres pendientes de ellas. Mirándolas disimuladamente. Desnudándolas con la mirada. De vez en cuando algún comentario picante de estas chicas, hacía más interesantes las conversaciones.

martes, 6 de mayo de 2014

Sexo anónimo en la montaña



Dado el estrés al que estamos acostumbrados en la sociedad actual, de vez en cuando me gusta escaparme a la montaña para respirar aire puro, aclarar mis ideas y descansar del ajetreo de la ciudad. Siempre que puedo hago alguna escapada con amigos o novia, en caso de tenerla, pero si no es posible y realmente lo necesito no tengo ningún problema en irme un par de días a la montaña yo solo.

Tras una larga y dura semana en el trabajo, estaba deseando que llegara el fin de semana para una de mis escapadas. En principio iría con dos amigos, pero en el último momento les surgió algo y me tuve que ir solo. De todas formas, eso no suponía ningún problema para mí, y no iba a ser la primera vez.

El viernes por fin cogí mi mochila, me subí al coche y salí a la montaña. Dejé el coche en un parking bajo la montaña y empecé la aventura. Lucía el sol y las vistas eran inmejorables. Caminé casi toda la tarde por los bonitos paisajes parando solo a tomar un tentempié. Al acercarse la noche ya estaba cansado y encontré un lugar bastante llano donde poder montar la tienda y pasar la noche. Conseguí montarlo todo antes de que se fuera la luz solar, y me dispuse a hacer la cena.

viernes, 2 de mayo de 2014

La entrevista sexual


Era un día gris y lluvioso. Yo había ido a unas oficinas para una entrevista de trabajo. Me identifiqué en recepción y me hicieron pasar a un despacho. Esperé sentado frente a una gran mesa. En la pared había una gran cristalera a través de la cual se veía la lluvia del exterior.

Pasados unos pocos minutos entró en el despacho una mujer, cerrando la puerta tras de sí. Era una mujer esbelta, de buen cuerpo. Estaría sobre los 30 años de edad. Llevaba unos tacones altos y negros, y vestía formalmente. Una falda gris ceñida, una americana a juego, y una blusa blanca con algunos botones desabrochados. Tenía piernas largas que remataban con un culo perfectamente redondo y bien puesto, marcado por esa falda ceñida. Gracias a unos pocos botones desabrochados de su blusa se adivinaban unos turgentes pechos, no excesivamente grandes pero de buen tamaño. Llevaba el pelo recogido. Un pelo largo y negro. Algún mechón caía frente a su preciosa cara.

No pude evitar fijarme en todo su escultural cuerpo, y de todo lo que me dijo al principio solo pude entender que la llamara Susana. Se quitó la americana y la colgó en la silla. Me pidió un segundo mientras gestionaba unas cosas en el ordenador. Mis ojos se desviaban a su escote. Se me notaba nervioso. Ella debió darse cuenta. Sonreía cuando notaba que mis miradas se perdían en su cuerpo.