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martes, 22 de marzo de 2016

La reina y el conserje



Se acercaba el fin del curso académico. El sol bañaba todo el campus y los estudiantes, tanto hombres como mujeres, aprovechaban para vestir de corto. Minifaldas, shorts vaqueros, tops escotados, camisetas que dejan el ombligo al aire... Y en pleno festival de hormonas en efervescencia, la tan ansiada celebración anual: el baile de graduación.

Aunque básicamente se celebraba como antaño, ya no era necesario buscar pareja ni bailar pegados. Era un baile más moderno que los tradicionales. Año tras año, en el baile de graduación siempre ocurrían historias sexuales. De hecho, raro era que alguna de las chicas de Pi Alfa Mi no acabara la noche con la boca llena. Pero había una tradición que sí que seguía en pie: la proclamación de los reyes del baile. Y, aunque parezca una tontería, las ansías de destacar de la gente hacían de esto un tema importante. Hasta el día del baile, los universitarios tienen que votar de forma secreta. Durante el baile se conoce al rey y la reina de ese año.

Llegó el gran día. Los estudiantes de último año se pusieron sus mejores galas y acudieron entusiasmados a la fiesta. Alicia se había puesto un largo vestido azul celeste con mucho escote y que le llegaba hasta las rodillas. En sus pies, unos tacones negros que realzaban su culo y estilizaban su figura. El pelo castaño y liso cayéndole hasta algo más abajo de los pechos. Alrededor del cuello y decorando su escote, un precioso collar de perlas. Alicia quería ganar a toda costa. Tenía que conseguir ser la reina del baile.

martes, 1 de marzo de 2016

Lía, mi compañera de clase



 - Pasad los dos a mi despacho. - Nos dijo el profesor mientras nos hacía un gesto con la mano hacia la puerta abierta. - Tengo que ir a hablar con el rector y enseguida estoy con vosotros. No tardaré.
Lía y yo entramos en su despacho, dejamos nuestras cosas en una esquina y nos sentamos en las dos sillas que había frente al gran escritorio del catedrático.

Lía era una compañera de clase en la universidad. Habíamos coincidido en la puerta del despacho de uno de nuestros profesores cuando los dos íbamos con la intención de aclarar algunas dudas respecto al examen de la semana siguiente. Ella estaba increíblemente buena. Con el pelo castaño oscuro, largo y liso cayéndole hasta más abajo de los pechos. Unos pechos bonitos y bien puestos. La guinda del pastel era su increíble culo. Redondo y firme. Era una delicia verla en clase jugueteando con el bolígrafo entre sus labios. Y esa sonrisa pícara que tenía. Solía vestir con ropa corta, presumiendo de cuerpo. Aunque nos conocíamos de clase, nuestra interacción se limitaba a cuando yo le miraba el culo al pasar. Era algo inevitable.