Todos los relatos que aparecen en este blog han sido escritos por mí. Ninguno ha sido copiado de ninguna otra web de relatos y se ruega que, del mismo modo, tampoco sean copiados (excepto consentimiento expreso). Gracias.

miércoles, 31 de mayo de 2017

Una niñera obediente



Alicia salió del dormitorio de los niños tras haberlos dejado dormidos en sus camas. Trabajaba cuidando de ellos algunos fines de semana mientras estudiaba en la universidad. Eran los hijos de una pareja bastante adinerada y los padres solían estar bastante ocupados.

Fue a la cocina a beber algo mientras esperaba que llegara alguno de los padres para poder irse a casa. Sacó una botella de vino medio vacía de la nevera y se sirvió una copa. Solo había dado un sorbo a su bebida cuando oyó la puerta principal abrirse, y luego cerrarse. Apareció en la cocina el padre de los niños.
 - Hola Alicia.
 - Hola Antonio.

Antonio era un hombre maduro y atractivo, ya en la cuarentena de edad. Su pelo corto y moreno siempre bien peinado lo adornaban unas pocas canas que, en lugar de quedarle mal, le daban un toque sexy. Siempre vestía elegantemente y hablaba correctamente y con formalidad. Alicia, por otra parte, era joven, despreocupada, siempre con su pelo castaño y ondulado suelto. En contraposición de Antonio, ella solía vestir muy informal, con blusas escotadas y pantalones cortos, como era el caso aquella noche.

 - ¿Ha llegado mi mujer? - Preguntó mientras él también se servía una copa de vino.
 - No, aún no.
Tras beberse la copa de un trago, se sirvió otra. Se bebió la mitad de la segunda copa y miró a Alicia.
 - ¿Están los niños durmiendo? - Preguntó acercándose a ella.
 - Sí...
A Alicia se le escapó una ligera sonrisa porque sabía la intención oculta tras esa pregunta. Antonio se había pegado a ella y la miraba desde arriba, dados los centímetros de altura que le sacaba. Tras una breve mirada a los ojos, clavó su vista en el escote de Alicia. Ella sintió su cuerpo calentarse al notar esa mirada. Antonio, sujetando aún la copa de vino con una mano, usó la otra para desabrochar lentamente los botones de la blusa de Alicia. Ella se dejaba y sonreía. Antonio, en cambio, estaba totalmente serio. Cuando los botones estuvieron desabrochados, tiró hacia abajo bajando la blusa del todo. Posó entonces su mano en un pecho, apretándolo, y luego en el otro.
 - Bonito sujetador.
La seriedad con la que Antonio actuaba le daba un toque dominante que ponía muy cachonda a Alicia.
 - ¿Sabes qué es lo mejor de él? - Dijo mientras se llevaba una mano a la espalda. - Que se quita así de fácil...
Sonó un ligero chasquido y el sujetador de Alicia cayó al suelo sin oposición. Sus bonitos pechos, con los pezones en punta, quedaron al aire. Antonio seguía sin mostrar ápice de diversión en su rostro, pero Alicia sabía qué esa era su forma de ser. Volvió a pasar su mano libre por las tetas, como si analizara cada centímetro de la piel con la palma de su mano. A diferencia de antes, ahora se entretuvo un poco con los pezones.

Mientras Antonio disfrutaba de sus pechos, Alicia se puso de puntillas y acercó sus labios a los de Antonio con intención de besarle, pero él se lo impidió con la mano. Antonio tenía otros planes para esos labios, y lo demostró bajándose la bragueta y sacando el miembro por la obertura del pantalón. Alicia se arrodilló en el suelo de la cocina y, agarrando el pene con una mano, empezó a lamer los huevos. Antonio suspiró y se llevó la copa de vino a la boca. Los lametones de la niñera hicieron su efecto y poco a poco el miembro de Antonio se fue endureciendo hasta ponerse completamente duro. Fue entonces cuando Alicia se metió la polla en la boca y comenzó a disfrutar de ella, casi tanto como disfrutaba Antonio. Él permanecía en silencio, dando sorbos a su copa de vino y soltando algún gemido de aprobación de vez en cuando. En ocasiones miraba hacia abajo pero lo único que veía era la melena castaña de Alicia moviéndose revoltosa. A ella se le pasó por la cabeza la posibilidad de que en aquel momento llegara la mujer a casa y se la encontrara a ella, la niñera, de rodillas en la cocina haciendo una mamada a su marido. ¿Qué pasaría? ¿Se enfadaría? ¿Se uniría a ellos? Ese pensamiento la excito un poco, y pese a los posibles riesgos, estaba demasiado entregada a Antonio en aquel momento como para siquiera plantearse parar.

Una vez terminada la copa de vino, Antonio decidió que era el momento de avanzar.
 - Vamos al sofá. - Dijo mientras dejaba la copa vacía en la encimera de la cocina.
Cuando estuvieron a un lado del sofá, él empujó ligeramente a Alicia para que cayera sobre él. Fue un empujón lo suficientemente firme como para que ella se dejara caer pero sin llegar a ser agresivo o violento. Alicia quedó tumbada encima del reposabrazos del sofá, con la cabeza apoyada en los cojines. Notó cómo él le bajaba los pantalones, apartaba sus braguitas hacia un lado y, de repente, una dura penetración sin miramiento alguno. Sintió cómo la polla le atravesaba y tuvo que morder un cojín para evitar gritar y despertar a los niños. Dio gracias por no haber sido por el otro agujero.

Con lo que a Alicia le gustaba gritar, gemir y explayarse cuando follaba, le costó una barbaridad mantenerse callada para no despertar a nadie. El cojín se convirtió en un buen amigo con quien desahogarse mordiéndolo, y la fuerza con la que apretaba las manos iba a causar que se le quedarán clavadas las uñas al sofá de por vida. Antonio gemía muy sutilmente y, agarrándola de la cintura, le propinaba unas penetraciones rápidas y profundas que eran increíblemente placenteras para ambos. Gotas de sudor brotaban de su frente y Alicia las sentía cayendo en sus nalgas. Ella empezaba a estar molesta en aquella posición, pero con lo cachonda que estaba le daba igual todo y solo quería que la siguiera follando.

Alicia apretó los dientes y cerró los ojos. Notaba el orgasmo cada vez más cerca. Le iba a llegar de un momento a otro. Y justo cuando parecía que iba a suceder... Antonio sacó la polla y se corrió. Se corrió con fuerza sobre la espalda y el culo de Alicia. Ella se masturbaba como loca en busca de ese orgasmo que tan cerca estaba. Cuando acabó de correrse, restregó la punta de su polla en la nalga de Alicia, limpiándose con ella las últimas gotas de semen.
 - Me voy a dormir. Ya sabes dónde está la ducha.
La niñera se quedó tirada en el sofá, en la misma posición en que la había dejado Antonio, con su esperma caliente en la espalda y el culo, y metiéndose los dedos frenéticamente. No tardó mucho en sacudirle el intenso orgasmo que antes se le había escapado. Se quedó inmóvil unos segundos, satisfecha, sintiéndose usada pero feliz, y luego recogió su ropa y puso rumbo a la ducha.


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